La Perla
La aguja hizo de puente entre la perla y el hilo, la primera se deslizo con dificultad, las siguientes
tomaron pronto ritmo deslizándose suavemente de los dedos de Soledad.
Cada mañana comenzaba la tarea confundiendo el mar con el horizonte, un pensamiento con el otro.
¿Dónde ha anclado su peñero esta noche que no pudo volver?, ¿volverá?
Y las perlas blancas rozando unas con otras en el infinito de las posibles respuesta.
Se repite cada cuatro noches, cada tres, cada dos, cada noche.
¿Bajo que estrellas se entretiene su sonrisa que no puede volver?, ¿Volverá?
De niña aprendió a enhebrar perlas, lagrimas de luna, perlas blancas.
Nadie le explico que tenía una vida distinta que le esperaba, nadie le dijo que respiraba por si
sola, que pensaba…
Soledad solo enhebraba, las manos trabajan solas y ella suelta sus pensamientos frente al mar
cada tarde, los mece en las olas.
¿Perdería el mapa de la bahía de tanto remontar olas que no ha vuelto aun?
Se oscurece el horizonte, llega el agua a mojar los pies.
Soledad detiene la labor antes que la luz desaparezca, la levanta hasta la altura de sus ojos para
examinarla de cerca y solo en ese momento se da cuenta de que ha ensartado en la mitad una
perla rosácea.
Silvia.
4 comments:
Muy linda! Un besazo bella!
Gracias Oswaldo!!:)
Hola bella! ¿Qué pasará que no escribes? Espero que todo vaya bien. Cuando puedas, lee "La perla y otros cuentos" del autor japonés Yukio Mishima. Te va a gustar. Un beso linda!
Muy bonito, Silvia.
Me adhiero a la inquietud expresada en la pregunta de Oswaldo.
Cariños.
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