Sunday, September 06, 2009


Waraira

La necesidad de la montaña me llego desde algún hueco de mi alma, resonó su eco de pasos y una energía encerrada clamo por salir.

Así me encamine a ella, con la clara conciencia de que me vence en cada ascenso, manía de ella supongo, así que pise firme sobre las huellas de otros, me aplique bloqueador solar en la cara, escuche una vez mas las quejas del calor implacable que rodeaban la mañana, sentí la respuesta de ella soplando aire caliente alrededor de mi cuerpo. Refrescándolo con lo que hay.

Subí los escalones de uno en uno, sintiendo los primeros galopes de mi corazón, Ay! Pensé enseguida así comienza ella, así en este pulso que jugamos cada vez que subo, y que siempre gana, me deja en la orilla del camino, con la lengua afuera y el estomago mareado. Hoy como estrategia extra no desayune. A ver si por lo menos en nuestra contienda puedo durar un poco más.

Mis pasos envolvieron los zapatos en pequeñas nubes de polvo marrón, esta vez me concentre en el camino, en las incontables paradas que tuve que hacer, respire por la nariz hasta aquietar los latidos de mi corazón, mientras un concierto de trinos resonó en lo alto, descubrí las esculturas que dejo la lluvia a su paso en su costado, la alfombra de pétalos amarillos que bordaba el Araguaney en el suelo, el filo de las rocas, el contorno de los troncos y poco a poco entre los descubrimientos llegue a donde tenía previsto llegar.

Me senté un momento frente a la cuidad bañada en una luz gris, el sol en su medio total, mi corazón en calma, mi mente dibujando las curvas del camino, internalizando cada piedra en la que el cuerpo busco su equilibrio.

Converse con ella en silencio, buscando la respuesta a tanta calma, una guacharaca se escandalizo en una rama cercana, la risa de Waraira, definitivamente se dejo escuchar. Por una vez no había vencedores ni vencidos entre nosotras y me sentía muy bien. Pero el análisis del tiempo me atrapo, siendo mas joven mi resistencia era muy pobre, sin embargo ahora conforme pasan los años me ocurre lo contrario al resto del mundo, en lugar de que me cueste mas llegar, se me hace mas fácil, otra vez su risa, está vez la traen las miles de hojas de los arboles que chocan unas con otras, o será que aplauden? Me confundo. Yo tengo mi teoría del Yoga, aquello de escuchar mi cuerpo y hacerme fiel a él, ella me deja conservarla, pero me recuerda mi concentración en los momentos del camino, los momentos que ella puso allí para mi, y no en el final de él.

Mi energía queda en ella, y ella en mi.
Silvia.

1 comment:

Oswaldo Aiffil said...

Bonita divagación sobre la Montaña Mágica, toda llena de energía. Un beso Silvia!