_ Señoooora, señooora, señooora_ me llamo casi gritando junto a mí y a la exhibición de pimientos rojos. Me volví para confrontarla, y una varita de huesos con enormes ojos marrones sin expresión me devolvió el gesto.
La mama le susurraba “Valentina deja a la Señora” tratando en vano de desviar su atención ofreciéndole la oportunidad de escoger ella misma los tomates o las berenjenas. Valentina no se movió. No contesto. No cedió de su objetivo: yo.
Me gusto su nombre, Valentina, de valiente.
_ Señooora, ¡Porque tengo que obedecer a mi mama?_ me interrogo con voz metálica y distante como si viniese de otra galaxia y con otro motivo.
_ Porque tu mamá te quiere mucho_ dije sin pensarlo. Sintiendo. ¡Que otra cosa podía contestarle!
¿Que el valor es mas importante que el amor?. La mama de Valentina me escucho y se permitió una media sonrisa y volvió a insistirle a la niña suavemente casi en un susurro que me dejara en paz.
_ Aaaaaah _ grito la chiquita de pronto_ entonces que hago para no agobiar a mi mama en el apartamento? ¿Qué hago cuando me da esa rabia?.
La mama volvió a regañar a Valentina, esta vez más enérgica. Constate las dimensiones de sus realidades, el vacio en la mirada de una niña que se estaba convirtiendo en mujer sin quererlo, sin entenderlo, sin sentirlo; sorprendiéndome en su incansable búsqueda de respuestas y no tuve palabras al menos ninguna que ella pudiese comprender. Y la voluntad de una madre determinada en fabricarle un mundo si era necesario para que ella pudiese vivir.
Nos quedamos en silencio, y yo seguí escogiendo zanahorias mientras Valentina y su mamá la arrastro hacia las berenjenas.

2 comments:
Muy bueno el escrito, bastante cotidiano y aborda una de las realidades familiares más comunes, ¿qué hacer cómo padre cuando una niña esta creciendo y empieza a curiosear y a buscar cosas nuevas?
Espero que Valentina, así se llama mi hermanita por cierto, haya hecho una buena comida con esas berenjenas. :)
Saludos
Gracias por la visita,
Saludos
Silvia
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