A Cenicienta le consiguió un príncipe, así rapidito, se midió el zapatito de cristal e instantáneamente él supo que ella era la indicada.¿ Que habrá sido de ellos después de ese final? ¿Cuántas veces ella habrá querido no haber perdido nunca el dichoso zapato?, ¿Cuántas veces él habrá sacado la cuenta de lo practico, lo económico y sano que hubiese sido lanzar el zapatito por ejemplo al estanque de las ranas?, Esta historia va de zapatos, pero por otro camino, aunque me asalten esas preguntas y no me dejen tranquila…
Sucedió una madrugada, de esas reales, sin pajaritos cantando, ni ardillitas sacudiendo el rabito, sola la cafetera colando el café, la arepa asándose lenta y yo en mi carrera contra el reloj, pantalón gris plomo, franela negra, frente al espejo me perfumo y sin encender la luz calzo los mocasines nuevos.
El derecho se me antoja holgado, todavía faltan los cinco minutos de maquillaje, los tres de cepillado del cabello y un fugaz pensamiento cruza veloz “¿Será que los pies adelgazan igual que la cintura?” y se pierde en el mar que le corresponde, se queda colgado junto con el pantalón de Diciembre, entre las cosas para hacer, y el universo de la mañana que comienza a andar iluminada por la tenue luz del carro.
El sol bosteza en el retrovisor, anaranjados citadinos se abren y con contorciones de yoga va encendiendo miles de rayos que se estiran y estiran; con la punta de uno de ellos me besa la frente, cerca de la puerta del edificio gris que me engulle por ocho horas.
En medio de la calle a la hora del almuerzo, me pareció notar que al zapato derecho le faltaba brillo, me reprendí en silencio, esos detalles cuentan...al menos para mí.
Me percate que no fue un día cualquiera, era Miércoles, mi día favorito de la semana, el balance perfecto ni muy cerca del lunes ni muy lejos del viernes, día de Pico y Placa en el Municipio donde estudia Andrea, y de esos días que por razones ajenas a mi voluntad (o por razones precisamente de voluntad) mis tacones pisan mas firmes y me siento dueña del mundo (por lo menos del pedacito de el que me corresponde) esa seguridad se extiende a lo largo y ancho de mi ser y casi se estrella contra el espejo del baño cuando la tarde describió mi reflejo completo.
Cada cabello en su lugar, delicadamente contenido por el pequeño gancho negro de todos los días, el maquillaje mas tenue que en las primeras horas de la mañana pero todavía existente, la franela negra, y una pequeña mota de polvo sujeta al ruedo del pantalón, y luego el horror…ese zapato derecho, ese que no calzaba igual, ese que le faltaba brillo, ese, ese…pertenece a otro par!! En medio de la penumbra de la madrugada me calcé un zapato de cada par!
Un poco mareada trate de evaluar la situación, ¿Qué hacer? Me vi presa del pánico, esa inestabilidad que me da no estar correctamente vestida para la ocasión (solo que esta vez era ligeramente peor, dos zapatos desiguales no es algo que se pueda ocultar o quitar como una media corrida), lo primero que me dio fue risa nunca me había ocurrido eso antes, y en cierta forma es muy cómico.
¿Qué hacer? No podía quedarme encerrada en el baño las restantes tres horas de trabajo, ni tampoco irme como más deseaba, podía exhibir mi error y reírme de mi con mis compañeras de trabajo, lo que mas me sorprendió es que nadie dijera nada, quizás…solo quizás nadie se había dado cuenta… decidí regresar discretamente a mi escritorio y no moverme en toda la tarde.
Pero una vez lejos del refugio del baño, no me pareció justo limitarme, después de todo solo era un zapato desigual, además ya me había reído de mi, ya había recordado las palabras de mi amiga y recién estrenada cuñada…” Eso te pasa a ti y al Pato Lucas” siempre que se refiere a las cosas que me ocurren, así que tampoco considere necesario compartirlo con nadie, decidí (acertadamente) hacer un experimentó, si mi actitud 100% positiva, si mi animo de dueña de mi misma (y de mi mundo) me llevaron hasta esa hora sin que nadie notara nada, bien podía seguir hasta el final de la jornada…
Resultado del experimento:
En la noche hable con mi otra cuñada, con la que trabajo y le pregunte porque no me aviso que tenía dos zapatos distintos, ¿su respuesta? No lo noto, ni nadie más, así que puedo concluir que no es lo que una vista por fuera lo que hace la diferencia sino la actitud con la que nos movemos por el mundo…
…desde ese día enciendo la luz para calzarme los zapatos!!

9 comments:
jjejejejejejeje, pero Silvia Mujer, las cosas que te pasan!!!!, debe ser que andabas pensando en asuntos mas interesantes, como siempre andas, por lo que he podido descubrir en tu blog, tu cabeza siempre anda creando.
En todo caso, pues esto en particular no te pasa solo a ti y al pato lucas, tb le pasó a una ministra de estado en Chile... la Señora ministra se presentó en una ceremonia calzando un zapato azul y uno rosa, sentada en la primera fila, los periodistas la fotografiaron y al día siguiente salió en primera plana de los diarios.
Que lastimas que sus pies fueran mas importante que su gestión.
Cariños amiga y tu descuida que son estas cosas las que le dan sabor a la vida.
Hola Romi!! Y una ministra por Dios!! comparada con ella soy como normalita verdad??
Cariños
Silvia
FELÍZ DÍA.
La mujer, hoy, mañana y siempre complice del hombre en esta vida, siempre iguales y no de otra manera.
Besos para tu alma agradecido de tu apoyo y de tu afecto.
Caramba querida Silvia, cosas que nos pasan sin darnos cuenta. Una vez yo salí de mi casa con la camisa mal abotonada, es decir, un botón metido en el ojal inferior. Así pasé toda la mañana sentado en la oficina y nadie me dijo nada. Al mediodía fui a una lavandería y la dependiente se quedó mirándome extrañamente pero no me dijo nada tampoco. Fue cuando salí de allí que me pregunte si sería que tenía algo en la camisa, cuando me toqué el cuello me quería morir...luego de la verguenza de rigor, me reí de mi mismo. Allí no cabe otra cosa. Un beso enorme!
Acá en chile falta un minuto para que se acabe el día, así que te mando mi abrazo por el día de la mujer.
Como mujer me quedo con lo dice Gabriel Garcia Marquez, dice que él ha conseguido todos sus logros porque su mujer como todas las mujeres lleva el mundo en sus espaldas.
Así que un abrazo en este día.
besos amiga
En estos tiempos en que se inventan mil formas distintas de vestir, más de alguien podría haber creído que empezó la moda de los zapatos diferentes.
Pierde cuidado... porque llegará el día en que suceda y, entonces, ponerse dos zapatos iguales... será anticuado.
Cariños, Silvia.
Fuiste un viajar de ave que en la brisa,
cristalizó tus versos en bellas
melodías.
Un canto floreció y hoy todavía
se posan en tus manos los arrullos.
Un beso para tu alma.
Hola querida Silvia!
Paso a saludarte y a dejarte un beso. Se te extraña...
Hola amiga: Gracias por pasar a visitarme, andas tan perdida como yo, así que es un honor para mí que te des el tiempo de pasar a verme, yo te conteste tu post en mi blog.
Suerte y Cariños
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