Saturday, January 05, 2013

2*0*1*3









                                                                     2*0*1*3




   Un cuarto de luna menguante tocó el cristal de mi ventana anoche, desperté enredada en las tinieblas de un sueño y fue necesario observarla dos veces para que la nitidez de la realidad me dejara ver su silueta mutilada. Le sonreí sin palabras, mientras entrecerraba los ojos para regresar a los brazos de mi sueño y una vez allí si susurre a  su oído: “Solo es la luna de Enero, tocando en mi ventana”.
Agradecida llegó la mañana. Vestida de azul brillante, del tipo de azul que me hace pensar en mis pies hundiéndose en la arena caliente de alguna playa, aun así permitió que las tareas propias del sábado se escondieran bajo la alfombra, y el café se acompañara del único placer al que no le pongo ni un solo pero nunca: la lectura. Todo lo demás tendrá que esperar.

  La calle se abrió como un desierto de santa marías bajas y candados. Ni siquiera la basura abunda. Salí buscando un regalo de reyes y descubrí que todo se detiene los primeros días del año. No hay frutas  ni verduras que vender, como si los agricultores pudieran ponerle pausa a las plantas y los árboles. Los días se han convertido en cadenas de domingos, todos andan despacio, o no salen. Paso la avenida sin mucho sigilo, tampoco hay carros. Los libros duermen tras las rejas, la harina también. Un producto que nunca compro está más caro que el sábado pasado. ¿Por qué se el precio de algo que no compro?. No lo se. Parece que no necesito de nada, solo salí a caminar, a sentirle el pulso a las tres cuadras que rodean mi casa, la cuarta ya me la conozco. Cinco carros  estacionados en una acera, tres en la otra. Se ven más los locos, cajas de cartón arrinconadas, pedazos de trapo, restos de comida y caras ausentes, hay tan poca gente que el paisaje desnuda la triste realidad de la indigencia en mi vecindario, se me encoje un poco el corazón  pero  no les temo, nos observamos unos a los otros, yo con cierto sigilo y ellos con curiosidad de ver por fin a alguien caminando;  solo el sonido de las motos logra sobresaltarme entre una esquina y otra. 
 El aire a pesar del sol llega frío hasta mis pulmones, frío y limpio no huele a nada, salvo en un trecho del trayecto que una mezcla de tomate fresco y albahaca inunda todo, logrando que piense seriamente en la lejana hora del almuerzo. 
 
  “y si…” fue la frase inicial de una nueva historia, mientras se escribe trato de no distraer mi atención hacia el final, sino de concentrarme en los momentos, en cada página que he de pasar por separado, porque sea en los libros, o en la vida real el final es algo seguro, lo interesante, lo que cuenta  es lo que ocurre desde la primera frase hasta la última.


 *Silvia*

2 comments:

rominita said...

Querida Silvia:
¡Que placer volver a leerte! Sin duda el mejor regalo del 2013 :D
Tienes razón en eso de que el tiempo parece que se detuviera los primeros días del año, parece que la gente estuviera sacándose del cuerpo el año anterior y no le queda energía para otra cosa.
Espero saber más de tí este año.
Un gran abrazo amiga de mi corazón!!!!

Oswaldo Aiffil said...

Siempre presente en mis pensamientos Silvia querida! Un beso!