
La Calle de los Hoteles
Lulú camina calle arriba dándole vueltas a la falda larga y oscura en la que se ha envuelto el escaso pellejo que tiene sobre los huesos, busca clientes en el calor bochornoso de las cinco de la tarde, viene cubierta de un maquillaje que se derrite en lamparones beige, negros, rojos, cuesta creer que consiga uno hoy, pero los hay, los ha habido siempre en la vida de Lulú, la ciudad está llena de gente en busca de un ratito de compañía, y hay quien no le importa mucho rentarla.
La calle cambio, creció, junto con ella, y los sucuchos de anuncios de neon mal sincronizados y quemados a medias donde rentaban un espacio dividido con paredes y puertas de cartón piedra, se transformaron en moteles de paredes pintadas y letreros decentes, con discretos estacionamientos y servicio de cuarto...Uno siguió a otro y a otro, primero media calle del lado izquierdo, la otra mitad del lado derecho, uno mas otro. Entre tanto la calle de los hoteles crecía, Lulú se desvanecía, lo primero en desaparecer fueron los sueños, los planes, ese brillante mañana, donde regresaría a la universidad, a la respetabilidad de un trabajito de oficina, y al pueblo con su familia, pero las deudas, la culpa, lo mal pagado de los otros trabajos, y la promesa de la eterna juventud atrapada en sus carnes, le tendieron su trampa y para cuando despertó, la calle era otra, la vida era otra y en el espejo de su habitación rentada otra envejecida la miraba todas las mañanas con los ojos perdidos en el ayer ...
Calle abajo el Viudo, al que Lulú saludo con la cabeza al pasar camina sobre la acera diez pasos hacia la Avenida, diez pasos hacia los hoteles, se lo recomendó el cardiólogo, así que lo hace cada tarde frente al porche de su casa, lo que queda de él después que su hijo Pepe planto un cartel enorme donde antes la finada tenia sus matas colgadas, ofreciendo su servicios de papel ahumado para carros, y alarmas en general. Aprovecha el paseo para ver de reojo a la Viuda, asomada al frente en su ventana del primer piso, justo debajo del cartel que reza algo parecido al de Pepe pero con otro nombre, ella no se mueve con sus cabellos blancos perfectamente peinados y los brazos cruzados en el pretil, finge estudiar el cielo escudriñar las nubes, en fin finge no verlo, pero lo espía, le cuenta los pasos, mientras los hijos de la Viuda en la planta baja montan vigilancia, quejándose en silencio de que ella no se decida a vender la casa...
La calle se llena de carros en una sola dirección, en la esquina un fiscal trata de poner orden al caos que ocasionan los que van a la izquierda y tienen que atravesar la avenida , se oyen cornetas, la luz se fuga volviéndose más tenue cada vez, el Viudo entra arrastrando los pies, otro día mas sin una palabra, la Viuda, espera un momento más, hasta que a través de la calle él es solo una sombra en la entrada, entonces entra y cierra la ventana... a y Lulú, ella rejuvenece entre las luces difusas del anochecer y va otra vez calle abajo del brazo del primer galán de esa noche...
2 comments:
Hola Silvia:
Son temas difíciles de describir. Lo haces muy bien y lo principal es que escudriñas las almas de los involucrados.
Cariños.
Gracias por visitarme Esteban,siempre con tus comentarios tan lindos
cariños
Silvia
Post a Comment