
El estrés
Cada articulo, libro o terapia sobre manejo del estrés llega al mismo sendero, para controlarlo debe una ir al episodio del pasado (lejano, cercano, imaginario) donde halla sido mas feliz, donde se encuentre en una completa calma de manera que recreando lo vivido y ayudándose con respiraciones pueda una alcanzar la serenidad.
¡Que increíble!, excepto porque cada episodio de felicidad tiene anudadas mil quinientas cosas, peros, cuestionamientos, dudas, lo de rutina: “no puede ser”, y yo “claro que si”, “que no” y yo otra vez “que si, te doy un ejemplo, cuando nació mi hija ( lo más perfecto que he hecho) estaba felicísima y preocupadísima preguntándome todo el tiempo si seria una buena mamá, etc, etc.” Me queda la increíble misión de encontrar ese oasis de paz dentro de mi.
Primero deje de buscar, porque cuando busco algo mi estrés se dispara. Me concentre en cosas pequeñas y no excesivamente felices, nada de destornillarme de risa o de ahogarme en suspiros es decir nada pasajero. Pensé en pequeñas gratificaciones diarias, un helado, un libro, un momento para escribir, pero todo terminaba siendo muy breve e inexacto, como siempre quería mas, un lugar al que pudiese ir mentalmente y en el que me sintiese en paz.
Lo segundo fue buscar locaciones entre los sitios que he visitado, algunos reunían los requisitos: arena, mar, oleaje, vegetación, aire puro, ríos, etc. Pero no regresaba por mas dos veces al mismo sitio.
La semana pasada se precipitaron muchas cosas en mi vida algunas no muy buenas y yo sin encontrar mi lugar al que poder ir para relajarme y liberarme. Me di por vencida y termine el asunto.
Este viernes me toco ir a tres bancos, justo cuando viene un fin de semana largo y toda la población de la tercera edad esta cobrando la pensión. Los estacionamientos de las entidades bancarias colapsadas, de los centro comerciales igual y las colas dentro de los bancos larguísimas. En última instancia decidí estacionarme como a tres calles (donde no me remolcaran el carro) y caminar, hacia calor pero no me importó, una vez en la acera me entro el pánico, primero porque unos obreros caminaban detrás mío y luego porque iba sola por la calle, es decir a pie por esta ciudad nada es bueno últimamente.
Entonces apareció el lugar. Al principio no entendí porque estaba allí, porque de todos los lugares escogí naturalmente ese, era insólito, pero luego pensándolo mejor me di cuenta que cubría todos mis requerimientos.
Los primeros días del 2.006, me tomé unas vacaciones de mi actual empleo, en ese momento la esposa de uno de los dueños donde trabajo tubo un problema y necesito viajar, ella me pidió el favor que me encargara de su negocio: una tienda de muebles y adornos. Como iba a estar sola en casa durante toda la semana, acepte. Además entraba mucho mas tarde que en la oficina. Lo que me permitía dormir un poco mas, una de mis metas en vacaciones.
La tienda tenia muebles, adornos árabes, lámparas, ánforas, baúles, velas aromáticas, y muchos cojines, cosas bellísimas y diferentes.
Cada mañana nada mas abrir me recibía el perfume de las velas, encendía el aire y la computadora, ponía el disco de Arjona y reacomodaba los adornos, era como estar en una casa de muñecas, mudaba algunos, guardaba otros, combinaba los azules, los ocres, los marrones en espera de lo único que no tenia mucho: clientes. Luego sacaba un libro, el que llevara y me sentaba detrás del escritorio a devorar la lectura mientras esperaba.
También escribí mucho. En una semana leí unos tres novelas, prácticamente estaba mas de la mitad de las ocho horas leyendo. Le llamaba “la Beca”, porque además tuve la suerte de que las pocas personas que entraron compraron algo así que justifique mi estancia en el Paraíso de los trabajos.
Fue una semana sin problemas, sin apuros, con José trabajando en el extranjero y la niña de vacaciones en la playa, llegaba a casa sola para prepararme mi sopa de pollo, o un sándwich que compartía con Maracucho en el colmo de los consentimientos porque detesto los perros pedigüeños, menos mal que el sabe comportarse y no se acostumbro.
Pensar en mi paso por esa tienda me relaja, enseguida vuelvo a sentir el aroma de la vela de Pumpkin (calabaza) y especies cerca de mi silla, los colores y las exquisitas formas de los objetos, las telas, las alfombras, algo así como el interior de la lámpara de un genio, un refugio perfecto. Lo que le faltaba lo completaba yo : cuadernos para escribir, libros, mi música.
No es ni por poco mi momento mas feliz, ni el lugar donde he sido más feliz, es el rincón donde me sentí en calma y serena. Por eso me gusta regresar a el. Por eso voy sin darme cuenta cuando el estres se apodera de mí.
Silvia.
7 comments:
pues pasenos la la direccion del lugar, por que en estos momentos necesitamos echarnos una pasadita por la tienda a respirar un poco de esos aromas relajantes, saludos desde La Guarida..
Saul que crees la tienda como tal cerro, eso hace que el lugar sea mejor, solo existe en mi recuerdo, igual estas invitado a visitarlo cuando quieras.
Cariños
Silvia
Es que la calma y la serenidad, son de por sí motivos para ser felíz.
Cariños.
Tienes toda la razon Esteban! Aveces pierdo un poco esa calma, parte de este diario recorrido.
Gracias por visitarme
Cariños
Silvia
Hola Silvia:
Que momento mas genial!!!!!! leer tranquila, dormir hasta tarde, no preocuparse por nada, estoy segura que deben haber más refugios como esos en tu vida, capaz cuando eras más niña, cuando se es niña siempre existen varios momentos de plena felicidad que vale la pena almacenar para la posteridad.
Creo que voy a buscar un recuerdo de esos en mi vida, necesito con urgencia un refugio para el estres, porque me paso la semana corriendo entre el trabajo en el consultorio y los analisis finales de mi tesis.
CARIÑOS
Romi: Espero que lo consigas pronto, eso si si no tienes tiempo para buscar siempre puedes venir con algun libro un ratico al mio!!!
Cariños
Silvia.
Y uno nunca sabe cómo llega hasta allí, pero cuando está en el, cae en cuenta de que ese es el lugar soñado. Un beso Silvia!
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