
Historias de Roedores
II
Apodemos Sylvaticus
II
Apodemos Sylvaticus
El corazón me quedó latiendo desbocado un rato, mientras con la garrita apoyada en la grasienta pared no encontraba argumentos para convencerme de que estaría bien allí dentro, todavía tenia esa mirada de ojos negros sobre mí, sin sorpresa, sin miedo, sin asco, sin grito, solo esa mirada sostenida de simple reconocimiento, quería gritarle: “Soy lo que ve Señora”, mis ansias de investigar y divertirme en este nuevo lugar quedaron congeladas por esos mismos ojos.
Han pasado dos días, me he recuperado del susto de mi entrada, y he dado vueltas de reconocimiento, el lugar tiene algo que me atrae, ayer roí unos cables de unos audífonos, mala cosa porque con toda esa evidencia solo logre que la Doña este segura de que me vio, aunque lo negáramos ambos estamos claros que esta es la guerra. Y es a muerte, la mía, es decir la guerra es a que yo me muera.
Hoy en la mañana pusieron dos trampas con trozos de cambur, de esas trampitas ordinarias para ratones me tape la boca para reírme si hubiese querido cambur me hubiese ido al jardín de atrás, después de la pared. Aquí también vive una bestia peluda pero no parece tan grande y puedo contarles que se la pasa durmiendo, lo he visto de cerca, no le interesan los mamíferos de sangre caliente como yo, parece tener una debilidad por cazar insectos, debo reconocer que es hábil, pero un tanto tonto, lo he visto picado por lo menos un par de veces y alguna atorado con un par de alas que lo tiene toda la noche dando arcadas y molestando el sueño de los Señores.
Entre sus hábitos esta el de dejar siempre algo de comida seca en su plato y agua, lo cual me parece una comodidad cinco estrellas, establecí mi arrea de comida cerca de la él, para evitar estar acarreando mucho.
Todas las noches hago mis rondas. Llevaba días cuidándome de no ser visto (oído jamás soy muy pero muy sigiloso) camino sobre los mesones de la cocina por si hay algo derramado, me burlo de las trampas con fruta, a una novedad cambiaron el cambur por sardinas de lata, eso huele tan mal que ni me acerco. Otra vez me vio la Señora, esta vez me ha parecido que se enfado, me eche un viajecito por la casa, las cosas en la cocina se están poniendo difíciles, el Señor compra una pega que derramo sobre unos cartones y desparramo por la cocina, es que conseguí una maceta con una linda flor y en cuanto mis garras tocaron la tierra perdí la noción de donde estaba y escarbe.
Entre en el cuarto de la niña, subí por el closet y descubrí un mundo de mi tamaño con todo lo necesario hasta ropa de mi talla si hubiese querido cubrir mis tres pelos, dentro de una caja dormidas replicas de Señoras, rubias como el sol, pelirrojas, morenas, les pase por delante, les hable, les puse las garras amenazándolas y ni una vez gritaron, me aburrí, y comprendí que no puedo estar errante, tengo que hacer un nido y buscar a mi familia, para que se muden conmigo a este mundo inmenso y con todo lo que necesitamos para vivir.
La Señora habla por primera vez de envenenarme,antes lo menciono quizás alguna vez, pero siempre desecho la idea la mascota podría de alguna manera que desconozco sufrir daños, pero ya no me tolera, ya no va a tratar de atraparme con la trampa y el cambur (jijijijiji) ni con las sardinas disecadas y la pega, toda esta alharaca ha sido porque para hacer mi nido me valí de unos papeles que tenia en una gaveta, y como no me sirven enteros los hice tiritas, así que la mitad de un poema de Benedetti, el articulo sobre Ciudad de México y sus museos, una parte de una foto recortada de Ricardo Arjona y la muestra que durante un año guardo con la medida del envoltorio de los polvorones navideños la sacaron de sus casillas. No estoy asustado, desde el mismo día en que nos vimos por primera vez sabia que esto llegaría ha sido cuestión de tiempo. Ha valido la pena cada segundo vivido.
Ayer en la noche, detrás del mueble donde acumulo mi comida, donde suelo comer y dejar para el día siguiente, apareció una semilla de color rosa, de un sabor delicioso, irresistible.
Esta noche había mas semillas rosas, esta misma noche se me tenso él estomago y escupí una espuma rosada, esta noche comprendí que lo había hecho, que lo hizo, me enveneno, estoy muerto sin morir todavía.
Gano esta batalla, voy a morir es cierto, pero no me va a encontrar hasta que sea demasiado tarde. Será mi venganza.
Silvia.
2.007
3 comments:
Hola Silvia! ¿sabes algo? En mi mente siempre he tenido la idea de que ellos piensan, hacen y dicen lo mismo que has escrito aqui...¿será que es así? ¿será que no estaba equivocado? Y si es así...¿cómo hiciste para meterte en sus pensamientos? Wow, me voy gratamente impresionado. Un beso!
Gracias! que bueno que te gusto con lo largo que esta! yo me digo mas de una vez que tengo que ser mas breve cuando publico en el blog,pero es un esfuerzo inutil. Creo que todos los seres vivos tienen alma y que cada vida tiene un sentido, un proposito.
¿Como me meti en sus pensamientos? creo amigo que fue él quien se apodero de mi...
Besos, Silvia.
Apodemos se arriesgó a vivir su vida - y su muerte - con sus propias reglas.
Creo que entrar en las reglas del pensamiento animal es un excelente ejercicio... creaste un ratoncito valiente, arriesgado, pero muy ratón.
Cariños
Post a Comment